“Pilar es que yo hace unos años tenía muy claro que quería ser madre y ahora ya no lo tengo tan claro y esto me hace sentir rara, como si no me reconociera”
Esta frase me la dicen muchas mujeres incluso antes de empezar su proceso conmigo, ya en la sesión de valoración.
De alguna manera el cambio de opinión, de deseo, de opción de vida, les hace sentir que su identidad personal ha cambiado y que esto es un problema. Déjame decirte que no lo es y, si sigues leyendo te contaré por qué.
¿Qué es la identidad personal?
Para empezar, tendríamos que definir esto de la “identidad personal”.
De una manera sencilla podríamos decir que es un conjunto de características que nos definen como persona y nos permiten reconocernos a nosotras mismas como personas distintas de las demás.
Esta identidad nos sirve para experimentar un sentido de pertenencia a determinados grupos con los que consideramos que compartimos características en común.
Ahora bien, la identidad no es inmutable, la vida es cambio y nuestra identidad cambia porque estamos vivas, tenemos nuevas experiencias, nuevas interacciones, en definitiva, nuevos aprendizajes. Y con todo esto cambian nuestros gustos, valores, creencias, comportamientos… ¡cambiamos nosotras!
Entonces, ¿por qué lo podemos vivir como algo malo?
¿Por qué lo vivimos con incomodidad?
Primero porque creo que nos aferramos a una imagen de nosotras mismas a ese “yo soy así” o “yo siempre quise…” y empezar a vernos de otra manera o reconocer que hay cosas que antes nos interesaban y que ya no, puede ser como mínimo chocante. Además, este cambio afecta inevitablemente al sentido de pertenencia a un determinado grupo con el que nos sentíamos antes afines o más identificadas y esto toca a nuestra necesidad de pertenencia y aceptación por los demás.
Algo que también afecta a la identidad y que puede convertirse en un conflicto de identidad es cuando durante un tiempo te sientes presionada a tomar una decisión importante y difícil (como la de ser madre, pero no es la única) y quieres alcanzar dos objetivos contradictorios a la vez, cosa, obviamente imposible. Esto dificulta enormemente que puedas decidir, haciéndote entrar en un círculo de culpa, estrés, indecisión que se retroalimenta.
Por ejemplo: Si en una determinada etapa de mi vida siento que pertenezco al grupo de mujeres que están empezando una carrera, desean casarse y formar una familia y, llegado otro momento de la vida ya no lo tengo tan claro eso me puede enfrentar a cierta incomodidad porque ya no soy quién era (o creía que era), pero tampoco tengo claro como se siente ser de esta nueva manera.
Durante estas etapas, podemos sentirnos inseguras acerca de nuestros valores, nuestras metas y nuestro lugar en el mundo. Pero, aunque incómodo, a veces incluso abrumador es un proceso normal que muchas personas atraviesan en algún momento de sus vidas.
Una fuerte crisis de identidad puede ser algo muy serio que se debe tratar con un psicólogo, pero por mi práctica acompañando a mujeres que están en proceso de decisión, no solo sobre si quieren ser madres o no, o sobre si quieren parar de intentarlo o continuar, sino también en momentos vitales que les empujan a hacer cambios y, por lo tanto, a tomar decisiones, veo que muchas veces se trata más un proceso de aceptación tanto de situaciones como de nuevos roles, que a crisis patológicas, digamos. Por supuesto, esto lo detecto en la primera entrevista y si veo que es un tema que como coach ni puedo ni debo tratar, derivo a la persona a una psicóloga.
Pero, sinceramente, cuando una mujer me cuenta que no sabe muy bien quién es ahora, que ya no tiene tan claro si desea ser madre o no (o ahora que está entrando en la menopausia, que es otro momento vital muy importante) enseguida vemos que todo ello tiene que ver con los estereotipos que aún asociamos a determinadas etapas y que muchas mujeres siguen confundiendo con características que tenemos de nacimiento, y, por supuesto, con creencias. Y es en eso en lo que es necesario poner el foco, para ir aceptando este nuevo papel con sus nuevas características y así poder sentirnos cómodas de nuevo en nuestra piel.
Y me gustaría aclararte que el hecho de que tomases tu decisión de no ser madre hace tiempo y no tengas ningún problema con esto, no significa que no puedes enfrentarte a este mismo sentimiento por otras causas. La identidad es fluctuante y hay momentos, etapas en la vida en las que nuestra identidad se puede ver afectada. Momentos como los embarazos de nuestras amigas con los cambios en la relación que esto conlleva, etapas de cambios vitales como la perimenopausia, o la menopausia, separaciones o divorcios, una enfermedad o cambios laborales que pueden hacer que nuestra identidad se tambalee.
Es algo, que por muy seguras que estemos de las decisiones tomadas en un determinado momento, es muy común y habitual entre las mujeres porque vivimos en un mundo en el que se nos bombardea constantemente con mensajes de cómo deberíamos ser, estar, parecer o comportarnos dependiendo de nuestra edad, estatus, elección de vida etc.
¿Qué puedes hacer?
Por lo tanto, si tú estás en esta situación, te propongo que indagues en los estereotipos que has dado por ciertos sin cuestionar y en las creencias que tienes sobre lo que significa ser madre, no ser madre, ser mujer de cierta edad, etc, dependiendo de cuál sea el reto que te está llevando a sentirte distinta a quién eras.
Por ejemplo, si crees que tu inseguridad respecto a quién eres viene por un cambio en tu deseo sobre la maternidad, debes revisar qué deseas realmente hoy, no lo que deseabas hace unos años, o cuando eras niña, sino hoy; si viene porque estás entrando en otras etapas, como la menopausia también es importante que revises qué necesitas hoy, qué te hace sentir bien hoy, incluso en qué mujer quieres convertirte, y que vayas soltando la que fuiste; si es por un cambio laboral, también deberás revisar tus fortalezas y tus debilidades, los recursos internos con los que cuentas para poder adaptarlos a esta nueva etapa.
Sé que no siempre es posible hacerlo sola y desde luego no es la manera más rápida, así que, si quieres saber cómo yo podría acompañarte, escríbeme y cuéntame lo que necesitas y te diré si soy la persona adecuada o no.
Ahora es tu turno. Dime, ¿has sentido alguna vez que no sabes quién eres?, ¿estás pasando por un momento en el que no te reconoces? Estaré encantada de leer tus comentarios y si me haces el favor de compartir este artículo con quién creas que puede beneficiarse de él, te estaré muy agradecida.
Qué interesante esta entrada Pilar, como todas las demás, pero con esta me identifico especialmente porque así de confusa me encontraba antes de hacer el acompañamiento contigo. Muy importante tomar decisiones en base a qué necesitamos y qué nos hace sentir bien HOY, sin pensar en necesidades pasadas o las que imaginamos que podemos tener en un futuro. Día a día :).
Un abrazo.
Hola Sonia
me alegro mucho de que te haya parecido interesante. Si, a veces creemos que tenemos que decidir pensando en quién o cómo seremos en el futuro, pero eso puede ser una trampa, porque no sabemos quiénes vamos a ser, y, con quién fuimos en el pasado, ocurre lo mismo, ya no soomos esa mujer, así que solo nos queda elegir hoy, según quiénes somos hoy.
Un abrazo