¿Cuántas veces hemos escuchado? «Debe ser genial tener todo el tiempo del mundo», una frase que parece inofensiva, incluso llena de envidia, pero que esconde una presión social considerable. ¿La razón? La percepción de que, como mujeres sin hijos, deberíamos tener una disponibilidad de tiempo ilimitada. En este artículo hablaré sobre el mito del tiempo libre infinito si no tienes hijos y ojalá que al terminar de leerlo te quede muy claro que tu tiempo libre tiene un valor y que es importante que lo disfrutes sin tener que justificarte ni sentirte culpable.
Estoy segura de que alguna vez has sentido que tu tiempo libre se convirtiera en una suerte de moneda de cambio para cubrir las necesidades de otras personas «con menos tiempo», o que el hecho de tener tiempo implicase que tu vida debe estar libre de preocupaciones y llena de actividades extraordinarias. Si te resuena este escenario, no estás sola. Te invito a que sigas leyendo.
El mito del tiempo infinito de las mujeres sin hijos
Entendamos algo primero, la noción de que las mujeres sin hijos tenemos «todo el tiempo del mundo» puede parecer lógica a simple vista. Sin las responsabilidades y compromisos que conlleva la maternidad, deberíamos tener más tiempo para nosotras mismas, ¿verdad? Pero ¿quién dice que todas, por el simple hecho de no tener hijos, no tenemos otras personas o actividades que requieren de todo nuestro tiempo? Volvemos a lo de siempre: la generalización. Al igual que no todas las mujeres con hijos están escasas de tiempo (las hay que delegan gran parte del cuidado en niñeras etc, para poder tener espacios para ellas) no todas las mujeres sin hijos vamos sobradas de tiempo.
Esta suposición desencadena una serie de estereotipos y prejuicios que simplifican y reducen la realidad de nuestras vidas a una imagen única, pasando por alto la diversidad de nuestras experiencias.
Al igual que las mujeres con hijos, también tenemos responsabilidades, metas, pasiones y relaciones que dan forma a nuestras vidas y llenan nuestro tiempo.
Además, la idea de que estamos «sobradas de tiempo» es una falacia. El tiempo no es una entidad infinita que simplemente se expande para acomodar nuestras necesidades y deseos.
Quién sugiere que las mujeres sin hijos tenemos «todo el tiempo del mundo», trivializa e ignora los muchos desafíos a los que nos enfrentamos.
Las mujeres sin hijos también experimentamos estrés, sobrecarga de trabajo, agotamiento y una serie de presiones y demandas que pueden consumir nuestro tiempo.
La falsa obligación de la productividad constante
Sea cual sea tu caso, el problema es que, cuando esta idea se generaliza y se utiliza sin un enfoque crítico, puede convertirse en una fuente de presión y estrés innecesarios.
Primero, vamos a aclarar algo: tener más tiempo no significa que debemos ocuparlo siempre con actividades, metas y logros. No debemos sentir la necesidad de justificar nuestra decisión de no tener hijos al asegurarnos de que cada minuto de nuestro día está lleno de productividad y ambición. Estas son expectativas de la sociedad, no necesariamente las nuestras.
El mito del tiempo libre infinito de las mujeres que nos somos madre, aunque atractivo a primera vista, puede ser peligroso. Porque:
- Puede llevarnos a una carrera constante de hacer más, ser más, lograr más, siempre bajo la lupa del «tiempo disponible».
- Nos roba, sin darnos cuenta, la posibilidad de disfrutar de nuestro tiempo de ocio, nuestras pasiones y nuestras relaciones.
- Nos hace sentirnos obligadas a estar siempre disponibles para los demás o que necesitemos demostrar nuestro valor a través de una lista interminable de logros y actividades.
Redefiniendo nuestros ritmos y prioridades
Debemos recordar siempre que cada una de nosotras tiene su propio ritmo, sus propias prioridades y su propia definición de lo que significa vivir una vida plena y significativa. Y eso no tiene por qué incluir una lista de tareas y logros que rivalice con la de cualquier madre trabajadora.
Vivir a nuestro ritmo implica respetar nuestros propios tiempos y necesidades, sin dejarnos llevar por los ritmos impuestos por la sociedad o las comparaciones con los demás. Tu ritmo puede ser más lento o más rápido, más enfocado en el trabajo o en el ocio, en la vida social o en la introspección, ¡lo que para ti sea mejor! Lo importante es que sea auténtico y te permita sentirte satisfecha y en equilibrio.
Además, es esencial que comprendas que tus prioridades son únicas y no tienen por qué coincidir con las de los demás. Puede que tus prioridades estén, por decir algo, en el cuidado de tu yo interno, en la exploración de tus pasiones, en el establecimiento de relaciones significativas o en la contribución a causas que te importan. Quizás simplemente quieras usar ese tiempo para relajarte y recargar energías. No hay una manera correcta o incorrecta de pasar tu tiempo. No hay obligaciones.
Ser lo más auténticas posibles con nuestras elecciones es lo que finalmente da sentido a nuestras vidas, no la cantidad de tareas que logramos tachar de una lista
Si estás sintiendo la presión de este mito, te invito a hacer una pausa. A respirar. Tu tiempo es tuyo, es un regalo que puedes decidir cómo quieres gastar. No dejes que las expectativas de los demás dicten cómo vives tu vida. No te sientas presionada a llenar tu tiempo con actividades solo porque la sociedad te dice que deberías hacerlo.
En resumen, cada una de nosotras tiene el derecho y la responsabilidad de decidir cómo quiere vivir su vida. Tener más tiempo como resultado de no tener hijos, no nos hace menos valiosas ni hace que nuestros intereses sean menos importantes. Al contrario, nos da la libertad de explorar, de descubrir, de decidir cómo queremos vivir nuestras vidas.
Recuerda siempre: eres la dueña de tu tiempo.
Ahora es tu turno. Dime, ¿te sientes presionada a hacer más, a conseguir más por el simple hecho de que como no eres madre se supone que tienes más tiempo? Estaré encantada de leer tus comentarios y si me haces el favor de compartir este artículo con quién creas que puede beneficiarse de él, te estaré muy agradecida.